Se llamaba Emérito, nombre que le sentaba como un traje a medida. De porte distinguido, no pudo ir a ningún colegio pero tenía las respuestas a muchas preguntas antes de poder leerlas en los libros. Y poseía la capacidad de saber como era una persona observando tan solo su forma de caminar. Bajo sus ojos caídos y su rostro maquillado por la edad, asomaba un hombre maravilloso. Con El paso de los años fue menguando pero sus manos seguían tan grandes como siempre y su nariz continuaba creciendo, como su grandeza.
Si le preguntaban por su salud su respuesta era siempre la misma:
_¡Estoy como un chaval!. A sus ochenta y dos años, jamás se quejaba.
_Si les cuentas a los demás tus achaques,_solía decir, _ también tú te escuchas y te crees lo que oyes. Yo no dejo que eso pase y tú deberías hacer lo mismo.
_Pero, abuelo. _Es que yo estoy bien, bien de verdad._le contestaba, incrédula por su respuesta.
_¡Y yo, hija, ¿no te digo que estoy como un chaval?.
_Entonces, ¡no eres sincero!, replicaba yo insistente. Tomas un montón de pastillas, cojeas y tu voz se torna agitada al caminar.
Pero mi abuelo no era fácil de convencer y para él mantener una actitud positiva ante la vida, ver "el vaso medio lleno", hacía que esta resultase mucho mejor de lo que la realidad mostraba.
Deseaba que él me enseñara cuál era el secreto para adivinar cómo eran los demás. Solía decirme:
_Contigo he podido volver a la niñez. He vivido dos vidas, mi preciosa María, al verte crecer a mi lado. Y he aprendido mucho de ti.
Para mí no había mejor programa de televisión que vigilar con él el puente Romano y adivinar juntos el sentir de los que lo cruzaban.
_Ver a los demás solo requiere tiempo, pequeña, ese que a ti te falta para hacer todo lo que quieres y que a mí ya me sobra.
_Mira, _Me decía con voz queda. _ Esa mujer que se acerca cabizbaja lleva sobre sus hombros tal preocupación que no la deja levantar cabeza. Necesita escuchar un poco de música rockera, ¿No crees?. Mi abuelo amaba la música. Decía que era pura medicina para el cuerpo y la mente. Y, como no podía mover los pies, meneaba la cabeza y las manos al compás.
_¿Como sabes todo eso, abuelo?, le preguntaba asombrada.
_Basta con saber mirar, hijita. Y si quieres conocer a alguien un poquito más el siguiente paso es saber escuchar.
_Si preguntaras a alguien como se siente los días grises de lluvia y te contestara suspirando:"_ Mal, me deprimen y entristecen. Me invade la melancolía; odio los días lluviosos".
Y, al hacer la misma pregunta a otra persona esta te dijera; "_Muy bien, me encanta el sonido de la lluvia y pasear por la calle con ese olor a fresco que inunda y lava cada rincón como si hoy tocara limpieza general."
Tan solo por sus respuestas podrías saber, al menos, la actitud que cada uno toma ante el mismo acontecimiento.
A veces no son las respuestas sino las preguntas las que te muestran los intereses de una persona. Alguien que quiere saber cuál es tu signo del zodiaco probablemente esté interesado en la astrología; si te pregunta qué sientes en este mismo instante, entenderás que ella misma se guía más por los sentimientos que por la razón. Y si te invita a una copa,_ añadía con sonrisa socarrona_ seguro que le gustas y quiere conocerte más.
Lo cierto es que, aunque tiñera de sencillo lo extraordinario, mi abuelo tenía un don especial, una manera de ver y sentir el mundo que te hacía querer ser como él, sin dejar de ser tú misma.
Era un hombre tan vital que murió mientras vivía. Simplemente se le incendió el corazón al haberle usado mucho tiempo. Se fue tal y como deseaba hacerlo:ligero de equipaje, solo con lo que un hombre puede llevar consigo si naufraga en una isla desierta: Lo aprendido, lo disfrutado y el amor entregado. No me quedó nada por decirle pero si pudiera hablar con él seguramente mis palabras serían: _Te echo de menos, abuelo, pero sigo tus consejos: Sonrío a diario, bailo a días alternos; Disfruto de nuestro plato preferido, las sopas de leche, cada Jueves. He hecho ese viaje a Roma por los dos, espero ir pronto a esa pampa Argentina a la que viajaste, y que me describías tan fielmente, que al pisarla la sentiré recorrida. Y soy hoy lo que quisiera ser mañana, tal y como tú querías.
Por Libertad Pelayo.
ESte Relato forma parte de mis "deberes". Asisto, por primera vez, a un taller de escritura en mi ciudad. A los participantes se nos planteó el siguiente reto: cada uno formulaba una pregunta(éramos diecisiete) y con las respuestas a esas preguntas intentar hacer un relato-retrato. Compartí con vosotros lo que surgió en mi mente.
Estas eran las PREGUNTAS :
1. ¿Qué tal andas de salud?
2. ¿Cuál es tu signo del zodiaco?
3. ¿Nos tomamos una copa?
4. ¿Qué quieres ser mañana?
5. ¿Qué sientes en este mismo instante?
6. ¿Eres sincer@?
7. ¿Cuál es tu plato favorito?
8. ¿En qué colegio te educaste?
9. ¿Cómo te sientes los días grises de lluvia?
10. ¿Volverías a la infancia?
11. ¿Qué país quisieras ver? ¿A qué país te gustaría ir?
12. ¿Ves el vaso medio lleno o medio vacío?
13. ¿Qué tres cosas te llevarías a una isla desierta?
14. ¿Dónde has viajado?
15. ¿Qué programas de televisión prefieres?
16. ¿Qué le dirías a un ser querido que ya no está?
17. ¿Te gusta la música?
Con la respuesta a estas preguntas construye un relato-retrato.
Gracias, amigos, por seguir ahí.
Con amor.
Libertad Pelayo.